lunes, 16 de noviembre de 2015

Danza del vientre

Historia

Eran tiempos en los que la vida transcurría como un devenir incesante, en los que a la eternidad la bañaban las aguas del Nilo. Rodeadas de una tierra fértil, de múltiples dioses mágicos, de una civilización en la que la gloria se expresaba con pirámides magnánimas que buscaban tocar el cielo, las mujeres egipcias bailaban tanto para rendir tributo a los dioses como para celebrar y honrar a los faraones y amenizar en festejos.
A partir de las pinturas en las paredes de las tumbas del antiguo Egipto, es posible deducir que bailarinas, músicos y artistas de todo tipo participaban tanto en celebraciones, banquetes y procesiones funerarias como en las ceremonias en honor a la diosa Hathor, de la música y la danza, entre muchos otros atributos.
Pese a las creencias generalizadas sobre la relación de la danza árabe con los rituales de fertilidad de la antigüedad, no existe evidencia concluyente sobre el tema. Sin embargo, se sabe de la existencia de bailarinas en la región de Oriente Medio por murales como el que existía en el siglo VIII en el castillo omeya de Qusayr Amra en Jordania.




Otra referencia son estas bailarinas sirviendo vino que alguna vez adornaron las paredes del Palacio Jawsaq al-Khaqani, también conocido como Dar al-Khalifa, construido luego de que el califa abasí al-Mu’tasim (833-842) ordenara erigir una nueva capital en Samarra, Irak.
De acuerdo con la página web del qanuni egipcio George Dimitri Sawa, una de las primeras referencias escritas sobre la danza oriental se encuentra en la obra “Meadows of gold and mines of gems” escrita por Mas’udi Ali-Abu’l-Hassan alrededor del año 956:
Las cualidades requeridas por las bailarinas según  lo dicho por el geógrafo Ibn Khurdadhba delante del califa al-Mu’tamid.
“El bailarín/la bailarina necesita ciertas cualidades en su disposición natural, en su constitución física, en su carácter y en su rendimiento. 
1 – Disposición Natural: Lo que necesita es gracia y encanto, buen sentido innato del ritmo y buscar con alegría la creatividad en su danza.
2 – Características físicas: Necesita un cuello largo y patillas largas, coquetería, buen carácter, capacidad de mover los costados del cuerpo, una cintura estrecha, viveza y agilidad, buenas proporciones corporales, un cinturón o faja que sobresalga a la ropa, forma circular del vestido (al girar), buen control de la respiración y el descanso, paciencia para soportar el proceso para llegar a una meta, gracia en los pies, flexibilidad en los dedos, dominio de los movimientos de los dedos en los distintos tipos de bailes como los de camello y caballo, flexibilidad en las articulaciones, velocidad de movimiento durante los giros y flexibilidad en los costados del cuerpo.
3 – Rendimiento: Necesita conocimiento y dominio de un gran repertorio de todo tipo de bailes, girar bien mientras los pies están en control durante la rotación y el movimiento del pie izquierdo debe ser similar al movimiento del pie derecho”.
Otra de las referencias escritas más antiguas que existen sobre la danza en Egipto se encuentra en “Description de l’Égypte”, un compendio publicado entre 1809 y 1829 por 160 expertos que acompañaron a Napoleón en su expedición a Egipto de 1798 a 1801.
(Edición de Charles Pellat, volumen 5, página 132, 1974)
En un editorial publicado en el diario New York Times, el escritor egipcio Alaa al Aswany dice que fueron descritas como “mujeres sin preparación o decoro que hacen movimientos obscenos al bailar“.
Asimismo habla de Kuchuk Hanem (que en turco significa señorita), una bailarina que fue mencionada en las crónicas de George William Curtis y Gustave Flaubert, que visitaron Egipto a mediados del siglo XIX.
Reproducción de una pintura del artista italiano Giuseppe Bonnici (1834-1900). La escena poddría ser del año 1860. El título original de la pintura era “Danseuse au Harem”.



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